martes, 21 de septiembre de 2010

Sobre la pena de muerte

Pienso luego existo, decía Descartes al mismo tiempo que descuartizaba un animal, mostraba sus vísceras y decía que eran mangueras de una máquina, los animales para él eran mecanismos cómo los relojes o los telescopios.  Así, como él despojaba a los animales del mundo de la vida para convertirlos en máquinas de acuerdo a si percepción. Hoy despojamos con tanta facilidad de su condición de humanos a todos aquellos a los que nos da la gana hacerlo: los narcos, los delincuentes, los secuestradoes. Lo hacemos para que no quede duda que nosotros somo impolutos, prístinos, humanos. Ellos no lo son, son ratas, inmundas, no merecen nada, si acaso morir para pensar que "una vez muerto el perro se acabo la rabia". Pero una y otra vez surgen humanos que nos recuerdan que por más que los matemos, aparece uno nuevo. Y si alguien osa poner en debate este asunto, algunos pseudointelos haciendo gala de su conciencia de clase, apelan a Juan Pueblo, para decir que quienes no nos alegramos de la muerte de estos no-humanos, es porque fuimos educados en extranjía. Y claro no tendremos la sensibilidad de Juan Pueblo. Y claro Juan Pueblo siempre tiene razón como la tuvo durante la revolución cultural, y cuando linchan a todo aquél que delinca en sus tierras. En fin pienso luego existo, nuestra percepción marca nuestra manera de relacionarnos con el mundo.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Empezando

La historia pasa rápido, la vida se esfuma, y las itinerancias continúan. Empecé en la adolescencia, adoleciendo y extrañando la ciudad de México. Me fui a vivir a Toluca en 1979 y lo hice hasta 1989 año en que por primera vez salí del país con rumbo al norte: Quebec. 

Itinerante, varios años de vivencia en esa ciudad industrial que es Toluca, en aras de la construcción de la identidad de los habitantes de es estado, sus gobernadores Carlos Hank González y Jorge Jiménez Cantú, acuñaron el gentilicio de mexiquense para otorgarles una identidad a las personas que vivían en ese estado. Siempre me pregunté que tienen en común alguien de Texcoco con uno de Toluca o de Naucalpan, sigo sin encontrar una respuesta, salvo esa invención que hoy la gente que habita en ese estado defiende con ahínco como si llevarán generaciones y generaciones asentadas en ese territorio. Claro olvide referir que viví en Metepec, en aquellas ciudades dormitorio obreras o proletarias de los noventas los Infonavits. Aquellos Infonas de Toluquita la bella. Lugares de migrantes en donde las los nuevo habitantes se peleaban calle por calle. Familias guajolotes que salían con bats y palos a azuzar a otras familias en defensa de sus querubínes gandallas. En fin largos años en esta ciudad satélite prole,  de rurales llegados a la gran ciudad y de  urbanitas que salimos de la capirucha a la provincia. Dificultad para crear nuevas identidades, de sentirnos extranjeros en estos lugares. Nuevas identidades, los hijos de proles que querían ser burgueses pintados. Los cachunes dando identidad universitaria. Aunque leíamos a Marx y Engels no queríamos ser proletas. Vivíamos entre los scouts, la fiesta y los campamentos al Nevado de Toluca. Los primeros enamoramientos, las fantasías, el tocho, los polis del municipio y la colonia, las fiestas en en centro social. Las musicas de esos años entre José José, Michael Jackson, Queen, Billy Joel y Carmen se me perdió la cadenita. Bailábamos entre nosotros y en ocasiones con las hermanas de nuestros amigos. 
A varios de los que fueron mis camaradas de borracheras, discusiones y reflexiones nos conocimos el día de la muerte de John Lennon, como éramos jóvenes scouts, nos pidieron de cuidar las instalaciones de una escuela por la noche, ahí escuchamos y hablamos de Lennon toda la noche. Fue nuestra aventura, todos estos inmigrados fuimos encontrado y creando un espacio de socialización. Nos enamoramos de las mismas chicas, empezamos a cultivar el mismo gusto musical. En realidad la televisión y la radio seguían influyendo en nuestros gustos y preferencias. Pero hubimos quienes nos resistimos a Menudo, Luismi, pero aceptamos a Amanda Miguel, Leo Verdague y Emmanuel. Nos hicimos fans de Led Zeppelin, Pink Floyd, Mercedes Sosa, Pablo Milanés y Silvio Rodríguez.

En los festivales que organizó el Seguro Social a principios de los ochenta en Toluca, tuvimos nuestros primeros encuentros con el Rock Mexicano y el Nuevo Canto: Cecilia Toussaint, Real de Catorce, Betsy Pecanins cuando aun tocaba con los integrantes de Real de Catorce. El Jazz de 0.720 Aleación. Los primeros conciertos de Tania Libertad y los Leones de la Sierra de Xichú. 

También nos llevaron el Nuevo Cine Mexicano, había tan pocos conciertos de rock, que cuando vimos Cómo Ves? de Paul Leduc, sentíamos que estabamos viendo en vivo al Tri de Alex Lora, nos volvimos a enamorar de la Toussaint, conocimos al Profeta del Nopal, Rockdrigo González. Había que ir a hasta Toluca para ver conciertos. El único lugar donde había eventos culturales esos años era en el Teatro Morelos, lo mismo daba funciones el Bolshoi que Vicente Fernández. Y el público era él mismo que veía uno u otro espectáculo. 
Nada el tiempo pasa, y pasa muy rápido.
"avec le temps on aime plus"
Me doy la bienvenida a este gran espacio de onanismo intelectual.