domingo, 23 de julio de 2023

A propósito la lectura del viaje de Gerald Durrel en su Misión de rescate en Madagascar, inmediatamente me hizo recordar mi viaje- estancia en aquella bella isla hace muchos años. La belleza y la destrucción de los ecosistemas de aquel país, las recuerdo simplemente al llegar en avión y ver toda la costa roja a causa de la erosión provocada por la agricultura, si bien es conocida como la isla roja, la cantidad de suelo que se veía desde al avión en el mar es mucha. Comparto con Durrel aquella experiencia de las letrinas malgaches. un espacio reducidos con un hoyo en medio que al levantar la tapa las necesidades fisiológicas. La imagen a los ojos son cientos de miles, quizás millones de gusanos blancos moviéndose cual supraorganismo. Siempre pienso que si alguien cayera sería devorado por todas esas larvas de mosca.
La otra referencia con Durrel es la burocracia malgache, unos días antes de salir, alguno buen que hicimos mis amigos y yo fui ir a algunas oficinas gubernamentales para solicitar un permiso para todas las artesanías que habíamos comprado, la mayoría piezas de madera, algún instrumento musical hecho de bambú, unas esteras y un juego con canicas hechas a base de piedras de colores, eso es lo que yo tenían. Fuimos a buscar la oficina que nos daría tal permiso y tardaron horas en mecanografiar una hoja en donde contenía cada una de las artesanías que mis amigos y yo habíamos comprado. Al final fue una buena cosa haberlo hecho pues al salir de Madagascar, al momento de la revisión, los policías intentaron amenazaron con quitarnos las piezas, al momento de decirnos que no podíamos llevarnos eso, sacamos nuestra hoja mecanografiada y no tuvieron más remedio que dejarnos pasar. Hicieron otro intento de soborno cuando revisaron las cosas de Jorge que traía una videocamára, pero al darse cuenta que pertenecía a la Universidad de donde proveníamos nos dejaron en paz.