lunes, 13 de junio de 2011

Imagénes

Hace algunos años me decía que era mejor quedarme con imágenes en la cabeza antes que tomar fotografías. En muchas ocasiones la imagen se quedo unas horas y luego se ha ido borrando. Quedan fragmentos de lugares, sitios, paisajes. La memoria se va desdibujando y cada vez que contamos una historia no sabemos si es cómo la contamos o invento de nuestros sueños y fantasías. Recordaría algunas imágenes de situaciones muy vividas pero son tan parecidas a una buena comida, el tiempo borra ambas. Me acuerdo de la intención pero no de lo que comí. Quizás la única comida de la que siempre me acuerdo fue cuando tendría como nueve o diez años, en casa de una prima de mi madre en el pueblo de San Pedro Atlapulco en el estado de México. La tía Gregoria hizo el mejor mole de olla que he comido, la carne, las calabazas, los ejotes todo con un sabor que no se me olvida.
Es por ello que la fotografía nos ayuda una y otra vez a recordar, a repensar y a reinventar historias. Por supuesto que hay momentos que a uno no le gustaría volver a recordar y ellos regresan. Con el tiempo esa arrogancia de que todo lo que uno hace esta bien hecho se va perdiendo. La autocritica de lo vivido nos va desnudando, dándonos cuenta de que hemos cometido muchos errores. Como las imágenes algunas las queremos borrar y quedan de forma nítida prendidas en nuestra memoria mientras que otras las olvidamos para siempre.